Coffee Break con Michel Lotrowska (DNDI)

Vencer al Chagas es cuestión de compromiso, tanto como de financiación

27 octubre 2019

Michel Lotrowska está al frente de la oficina regional de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi por sus siglas en inglés), para América Latina Rio de Janeiro.

¿Cómo llegaste a DNDi y a su oficina regional?

Empecé trabajando para la Campaña de Acceso a Medicamentos Esenciales, en Médicos Sin Fronteras, a partir de la cual se decidió crear la DNDi.

Fui uno de los responsables por la creación de la oficina de América Latina hace 15 años, pero salí y volví algunas veces. En mi tercera estadía, asumí el puesto de director ejecutivo regional.

Tú ya vivías en Brasil, ¿verdad?

Sí, fui parte del inicio de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Brasil. Viajé allí en 1992 para hacer una misión de evaluación y al final del año siguiente me quedé para abrir la oficina de Rio de Janeiro. Trabajábamos con niños de la calle y en favelas. Al final de 2001, empecé a trabajar con la Campaña de Acceso a Medicamentos esenciales de MSF hasta 2008.

Has trabajado en Médicos Sin Fronteras, Acceso a Medicamentos, DNDi...sin ser médico.

Soy economista formado en Bélgica, donde nací. Pero también hice un Maestrado en Salud Pública en la Fundación Oswaldo Cruz en la Escuela Nacional de Salud Pública, de 2001 a 2003.

¿Cuándo fue la primera vez, que recuerdes, que escuchaste hablar de "Chagas"?

Fue durante el trabajo preparatorio para la creación de la DNDi, en las discusiones sobre patentes para innovación. Encontramos dos grandes problemas: había medicamentos para el SIDA, pero los precios eran muy altos debido al costo de la protección de las patentes, y por otro lado, para las  enfermedades que afectaban a una gran población en los países en vías de desarrollo, hubiera o no protección de patente, no había desarrollo de nuevos medicamentos.

Chagas apareció en este momento como un ejemplo en contrapunto al SIDA, que tenía un mercado porque había muchos casos en Estados Unidos y Europa. Para el Chagas no había mercado a pesar de la alta carga de la enfermedad.

 

“Asumir compromisos y riesgos”

 

El acceso de las personas afectadas a la atención es uno de los grandes desafíos. Se habla de estimaciones de afectados, pero a la hora de ir al terreno encontramos que los números no cuadran con las expectativas o estimaciones. ¿Dónde crees que están los mayores obstáculos en América Latina, hoy en día, para que los pacientes accedan a la atención?

DNDi es una organización que trabaja con la investigación y el desarrollo pero que también quiere tener la certeza de que los nuevos medicamentos y herramientas de salud llegan al paciente. No hay muchas organizaciones trabajando en el campo entonces estamos haciéndolo nosotros.

Creo que es un desafío encontrar a los pacientes, pero nada mejor que las propias autoridades de salud para descubrir dónde están. Nosotros podemos apoyar, y es lo que estamos haciendo, a las autoridades a buscar mejores formas de acceso. Pero como la enfermedad está tan olvidada y los pacientes no llegan pidiendo el diagnóstico, todo se complica. El hecho de que afecte a muchas personas de contextos pobres y remotos hace que el desafío sea mucho mayor.

Es una enfermedad compleja. Hay dificultades en el diagnóstico, en el tratamiento, y después se necesitan mejores biomarcadores para mostrar la cura. Hay que ser optimista porque si estamos siempre pensando en negativo, no hacemos nada con Chagas. Nunca tendremos certeza completa, por eso hay que tomar algunos riesgos, calculados, pero riesgos en fin.

Sobre ello, ya han tenido una experiencia en Colombia, ¿verdad? ¿Cómo ha sido? ¿Los datos son positivos?

En Colombia se eligieron cuatro departamentos, junto a las autoridades de salud, para el desarrollo de programas piloto de superación de barreras al tratamiento. Son varias iniciativas, desde la capacitación del personal de salud, el personal administrativo, aprovisionamiento, hasta la inclusión de todo lo que es necesario para hacer diagnóstico y tratamiento al nivel más primario posible.

Hay muy buenos resultados en cuanto al incremento del porcentaje de personas diagnosticadas. Pero los números en absoluto son pequeños porque son solo una pequeña población de algunos departamentos. El paso significativo ahora sería hacer la ampliación de este programa aprovechando el conocimiento en estas regiones y están sistematizadas mediante la publicación de artículos científicos.

 

“Tratamientos más cortos y seguros en el horizonte”.

 

También hay expectativas de un estudio llamada BENDITA, que demostró que se podría acortar mucho el tiempo de tratamiento a un paciente y evitar gran parte de las complicaciones que el tratamiento tiene en la actualidad.  DNDi está ahora trabajando con Ministerios de Salud de la región para confirmar estos resultados.

La expectativa es lograr tener a todos los actores interesados en el proceso para poder extraer en conjunto los datos necesarios para terminar de confirmar estas buenas noticias.

No se trata de una innovación tecnológica, ya que hablamos de un medicamento que lleva más o menos cincuenta años en el mercado, y que tiene probada la eficacia y seguridad. Lo que hacemos es mejorar esa seguridad al reducir el tratamiento a 15 días.

Reducir el tratamiento de dos meses, actualmente, a 15 días, sería un gran avance.

Lo que ocurre es que no es nuestro un medicamento desarrollado por la DNDi. Quienes tienen que hacer el cambio de protocolo o adaptación son los gobiernos, las empresas farmacéuticas que producen el medicamento, las agencias reguladoras, la OMS, la OPS y la sociedad civil. No es un proyecto solo de la DNDi, sino que para el interés de todos: los pacientes, la industria, la coalición y los socios de la coalición.

Para eso, ¿lo que más se necesita es financiación?

La financiación es imprescindible para seguir con los proyectos, pero también hace falta compromiso por parte de las autoridades, gobiernos, la OPS y la OMS.

Por ejemplo, Brasil ha hecho un nuevo protocolo de tratamiento, eso significa una apuesta para un cambio.

También ustedes trabajan en un nuevo medicamento, que sí es innovación pura y dura, ¿no?

M: El fexinidazol es una molécula antigua y olvidada que fue rescatada por la DNDi y que después de 15 años ha resultado en un medicamento para la Enfermedad del Sueño, que es causada por un tripanosoma parecido con el de Chagas. Aguardamos los resultados de la fase 2. Si fueran positivos significaría que se puede pensar en un nuevo medicamento para el Chagas. Hay tres opciones ahora mismo: a corto plazo diagnosticar y tratar durante dos meses; a medio y corto plazo, tratar en dos semanas; y a largo plazo hay una oportunidad de tener una nueva molécula que esperamos que sea un tratamiento de menos de quince días y con menos toxicidad. Somos optimistas.

Hablando de plazos, tenemos por delante la agenda 2020-2030. Desde la DNDi, qué se espera en Chagas para esta década que viene?

El Chagas tiene un lado un poco frustrante, porque después de tantos años de trabajo todavía vemos que la situación no ha mejorado demasiado. Hay pocos pacientes en tratamiento y todavía nacen niños con la infección.

No hay una prevención total, a pesar del trabajo que hacen algunos socios de la Coalición como Mundo Sano y otros. Todavía son pocos los actores, los programas son principalmente llevados a cabo por gobiernos y necesitamos más compromiso por parte de ellos para acabar con el Chagas.

Lo que es algo confuso es que, por un lado, hay una incidencia probablemente mucho menor que antes, pero hay una gran carga acumulada porque es una enfermedad que no siempre mata, así que hay muchos casos de pacientes crónicos acumulados. Pensar en poder llevar atención a esta gente para que nadie muera por complicaciones cardíacas es una gran esperanza para el futuro. Claro que el tratamiento actual no se puede administrar para todos. Hay limitaciones, pero quién sabe si en el futuro tendremos un tratamiento que sirva para todo tipo de personas.

¿Crees que la proclamación del Día Mundial de Chagas puede colaborar o contribuir en algo a todo esto que estamos hablando?

Ha tenido un simbolismo muy importante, sobre todo porque se produce cuando se cumplen 110 años del descubrimiento de la enfermedad. Eso ha motivado mucho a autoridades e instituciones en Brasil. Aquí se descubrió la enfermedad y por qué no pensar que de aquí se origine la solución.

Para conocerte un poco más, nos pica la curiosidad, más allá de Chagas. Si no hubieras trabajado en esto, ¿donde estarías ahora, y qué crees que estarías haciendo?

Mi formación es Economía del Desarrollo que ya tiene una tendencia a la salud. Pero cuando volví de África de trabajar con MSF, tuve la oportunidad de trabajar en biotecnología como economista y me quedé en Brasil para experimentar la colaboración entre Brasil y Bélgica y estudiar la exportación de biotecnología y química fina.

Trabajé en Bélgica, después de estar en Mozambique en una empresa de consultoría y después tuve que escoger entre MSF y continuar con esta empresa, y opté por MSF. Con el tiempo, eso me llevó a trabajar con innovación y desarrollo, fabricación de medicamentos.

Un día, no hace mucho, me encontré hablando con alguien que yo conocía de la consultoría de Bélgica y pensé en las vueltas que da el mundo... Así que probablemente estaría hoy haciendo algo muy similar.